La explicación es obvia: El jardín de los senderos que se bifurcan es una imagen incompleta, pero no falsa, del universo tal como lo concebía Ts'ui Pên. A diferencia de Newton y de Schopenhauer, su antepasado no creía en un tiempo uniforme, absoluto. Creía en infinitas series de tiempos, en una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, convergentes y paralelos. Esa trama de tiempos que se aproximan, se bifurcan, se cortan o que secularmente se ignoran, abarca todas la posibilidades. No existimos en la mayoría de esos tiempos; en algunos existe usted y no yo; en otros, yo, no usted; en otros, los dos. En éste, que un favorable azar me depara, usted ha llegado a mi casa; en otro, usted, al atravesar el jardín, me ha encontrado muerto; en otro, yo digo estas mismas palabras, pero soy un error, un fantasma.
Fragmento: El Jardin de los senderos que se bifurcan, Jorge Luis Borges.
Porque es un día nuevo, porque no se que hay en el futuro, pero el pasado esta claramente escrito y sellado, porque ayer deje la mayor de las tentaciones que venia cargando y envolviendo, ahora no se que pieza del sendero tomar, estoy como en el principio.
Y en el principio son todas las posibilidades...
1 comment:
Lu García said...
Y las bifurcaciones son siempre confusas, siempre difusas y revestidas de una importancia velada que sólo un instante es un poco comprensible...