El fin de semana limpiando y organizando libros encontré uno de Borges, uno que estuve a punto de regalarle a alguien y por alguna razón se regreso en el correo aun estaba en el paquete, la razón real o imaginaria ahora mismo no importa, es solo que era el ultimo signo de entrega que tenia en ese momento, es el segundo libro de ese señor que leí y me marco de una forma tan profunda que sigue ahí, dentro del libro venia una ranita de papiroflexia con una carta escrita en toda la orilla, explicaba como muchas otras muchas veces, en base a una labor de convencimiento casi poética pastoral e idílica a un hombre, las razones por las que amar a Borges era imperante en su vida.
No se si en este punto le guste o no, ese libro paso por muchas manos, al menos 4 pares que lo leyeron y lo regresaron, hay ahí una explicación del porque era necesario, que era el indicado para que lo guardara, es el documento físico que contiene mi corazón y la mayoría de los sentimientos contenidos, eran cosas que yo anhelaba y no tenia forma de articularlas. Y las había pensado, ese viejito ciego las dijo y además las decía de una forma cautivadora A mi Borges me lo enseño un argentino al que nunca le di un abrazo y con el cual tuve correspondencia por mas de dos años. Yo había intentado poesía y el me dijo que la forma de llegar, un camino que me aconsejaba a mi, era por su prosa, de importancia menor en relación a la poesía, pero contundente y duradera me dijo. El libro, los dibujos y las notas contenidas junto con mi razón elemental y un esquema genealógico, una especia de cartografía sentimental (pues si, ya saben a que me refiero), que iba dibujando ahí mismo y que termino de no caber en las hojas posteriores al cabo de 2 años, no creo que represente nada, al menos solo para los involucrados y quien sabe. Eso forma en paquete con unos discos una etapa importante en mi vida, el lugar correcto para que se quedaran es el librero, eso el destino y la paciencia de la gente que me rodeaba en ese entonces me lo ha terminado de enseñar apenas el sábado.
Una vez a un tipo que quiero con toda mi alma, intente preguntarle si creía en ese tipo de conexiones y al cabo de mirarme con los cejas arqueadas, entendí que a veces es peligroso forzar algunas cosas, supongo que algunas simplemente nacen teniendo una conexión y al momento de accionarlas se desata otro engrane, como una maquina perfecta maquiavélica y celestial, ambas formas a la vez, como un clic infinito, un latido que sobrevive ahí a pesar de las ausencias y se intensifica a veces. No se si creo fervientemente en esas cosas, pero se que una parte de mi radica en otras vidas y una parte de ellos esta aquí ahora mismo conmigo. Es uno de esos momentos que puedo sentirlo con toda intensidad posible.
Es como un pequeño, muy mínimo momento de lucidez afectiva que no quiero que se me olvide. Mañana quizá vuelva el polvo y la sin razón.
